El empleado Escorpio 1

Si hay una cosa que Escorpio sabe, es de qué lado de su pan está la mantequilla, y quién es el dueño de la mermelada. Está absolutamente seguro de que, en última instancia, el alcanzará su meta, y por eso no tiene prisa en derribar las barreras. Tampoco se avergüenza de someterse a sus superiores cuando es eso lo que le conviene hacer. Por eso su empleado Escorpio es intrépido; la confianza es siempre la madre del valor. Para él, todo es cuestión de tiempo y, con su profunda penetración mística en los secretos del Universo, Escorpio sabe cuando llegará el momento. Todavía no es la hora del mando, pero esa hora llegará. No es extraño que no sea de los de tipo ansioso.
Conozco a un joven abogado Escorpio que no hace mucho tiempo se incorporó a una importante empresa de asesoramiento legal que trabaja con muchísimos clientes prestigiosos y lucrativos. Su superior, a quien llamaremos ficticiamente el señor Fink (de Fink, Brink, Link y Katz) le pidió que preparara un larguísimo informe sobre una fusión de compañías. El encargo significaba que nuestro abogado se quedaría sin dormir, porque el señor Fink insistió en que necesitaba los papeles para una reunión que se celebraría a la mañana siguiente, a las diez en punto. Al día siguiente, a las nueve de la mañana nuestro héroe estaba en su escritorio, calmo y alerta, esperando a que el señor Fink le llamara. Se había pasado toda la noche trabajando para terminar el trabajo, y su mujer no estaba muy contenta, porque había tenido que cancelar la mesa reservada para la cena de celebración de su aniversario de bodas. A las nueve y cuarenta y cinco, la secretaria del jefe le informó, con tono de disculpa, que el señor Fink había cambiado de opinión: había decidido postergar la reunión para la semana siguiente. Era un día de primavera tan hermoso que le parecía mejor jugar un rato al golf con algunos clientes venidos de fuera. La secretaria explicó que su jefe había dicho algo de que “esperaba no haberle causado a Escorpio demasiados inconvenientes”. Tal vez suponga usted que a esa altura, el Escorpio sacó de un cajón del escritorio una pistola del 45 y se fue al campo de golf, pero no fue eso lo que ocurrió. ¿Cómo reaccionó Escorpio ante un trato tan desconsiderado? Se encogió de hombros. Sonrió con una sonrisa tranquila y misteriosamente controlada, entregó a la secretaria el informe terminado y le dijo con toda cortesía: “Por favor, ¿quiere dejar esto sobre el escritorio del señor Fink? Yo me voy a casa a dormir un rato, pero volveré para la reunión que tengo a las dos”. Después, con la paciencia de Tauro y la disciplina de Capricornio, llamó a su mujer, le dijo que volvería a almorzar y se fue. Moraleja: ese joven abogado Escorpio está empeñado en llegar a ser socio de Fink, Brink, Link y Katz. ¿Está usted pensando si, después de su desilusión de la noche anterior, la mujer le esperó con el almuerzo? Naturalmente que si. ¿La mujer de un Escorpio? Si quería seguir teniendo aniversarios para celebrar, le esperó. Ella no es su jefe. Su jefe es el señor Fink… por este año.
Si es usted suficientemente importante para el futuro de su empleado Escorpio, puede hacer como el señor Fink: es comparable a tener inmunidad ante la potencia nuclear, pero no creo que deba usted dejar que la sensación se le suba a la cabeza hasta el punto de volverse excesivamente confiado. En su lugar, yo reduciría al mínimo absoluto los incidentes del tipo que le he descrito… pero me alegro de no estar en su lugar. No creo que mis nervios me dieran para jugar a la ruleta rusa con Escorpio.
Puede usted esperar que sus colaboradores Escorpio acepten de buena gana lo inevitable, si lo que está en juego es bastante importante. Varón o mujer, su empleado calculará con ojo de águila las posibilidades, valorará las consecuencias, hará una evaluación de la posible recompensa y, con la cabeza fría y teniendo como meta un propósito bien definido, se decidirá finalmente a someterse. La mayor parte de los jefes aprecian la filosofía de Escorpio, y la admiran. Escorpio sabe cual es el precio del éxito y está dispuesto a pagarlo sin pedir concesiones especiales. Pero cuando el éxito llegue, no se olvide: ya se ha jugado el primer tiempo y hay que cambiar las posiciones.
Si lo compara con la actitud del trabajador medio, descubrirá usted que su empleado Escorpio atesora otra cualidad admirable; se la designa con una palabra anticuada, que se deletrea l–e–a–l–t–a–d, y que actualmente es un artículo que escasea en el mercado. Y no me refiero a los homenajes verbales a su situación de “jefe” ni al intento de congraciarse mediante un servilismo casi siempre hipócrita, como se observa en la mayoría de los empleados ambiciosos. Escorpio tiene su propio sentido de la lealtad.

Cuando yo trabajaba en una estación de radio en una pequeña ciudad del estado de Pennsylvania, me quedé impresionada por el comentario de un director de programación Escorpio. El propietario de la estación de radio era el hombre mas mezquino de la ciudad, una especie de mezcla de Scrooge y el capitán Gancho. Lo más amable que se podía decir de él era que en ocasiones resultaba un poco menos mezquino. No tenía mas amigo que su madre. Como, aparte de la estación de radio, era dueño de media ciudad, vivía rodeado de respeto y obediencia.

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