El niño Capricornio

Si tú eres una de esas personas a quienes las mamás aborrecen y ante el que todos los recién nacidos parecen viejecitos y viejecitas, resérvate la descripción para un bebé Capricornio y no tropezarás con tanta resistencia. Los pequeñines Capricornio parecen efectivamente octogenarios en miniatura; de jóvenes parecen viejos, y jóvenes en la vejez. Esa ciruelita arrugada que es su cara en medio de la cuna será algún día tersa y fresca, cuando otros rostros pierdan su frescura. Tal vez eso tenga algo que ver con el hecho de haber nacido en enero, cuando el año viejo se va y entra el Año Nuevo. El extraño cambio armoniza con la imagen familiar del anciano de rostro arrugado junto al radiante niño del Año Nuevo con su carita marfileña.
Si tienes un hijo Capricornio, no tardarás en observar la incongruencia. Desde su más temprana infancia, tu formal Cabrito te hará sentir un poco incómoda por su extraña madurez. Si le dices alegremente algo como: “ ¿Bebé cuchicuchi quere biberón, chi? “, te clavará una mirada grave y pensativa, como si estuviera tomando nota de lo boba que puedes parecer. No hacen falta muchas miradas como esa para disuadir a un padre o una madre promedio de hablarle en media lengua.
Los niños Capricornio son de voluntad enérgica y gustos definidos, pero no insisten demasiado ruidosamente en expresarlos. Tu Cabrita no tendrá una pataleta ni dará un puñetazo espectacular a su plato de puré, pero sabrá como expresar de manera inequívoca sus reacciones negativas. Es posible que la madre se sienta vagamente intimidada ante un bebé Capricornio, sin que pueda dar la razón exacta. Es como si él la hiciera sentir… bueno, la hace sentir tonta y traviesa. Digamos la verdad: la hace sentir como si ella fuera el niño y no la madre.
No es éste el niño que vacilará ni se dejará llevar a creer en la realidad de sus deseos; gateando o tambaleándose, llega decididamente al lugar que quiere alcanzar. Hasta da la sensación de que lo organizó todo mentalmente mientras tú le cambiabas los pañales, y ahora lo lleva a la práctica. Por sobre todas las cosas, es definido. Los niños Capricornio nunca son reticentes para dar a conocer sus deseos; te transmiten con toda claridad el mensaje, y después esperan pacientemente la respuesta. Su pongamos que le dices “no”. Si no es algo muy importante, es probable que acepte la desilusión sin escenas lacrimosas. Si es algo que él ya ha decidido que realmente quiere. Lo conseguirá de la manera que sea. Tu “no” no tendrá mucha importancia para él; en vez de discutirlo, lo ignorará e irá ganando tiempo hasta que termine por cansarte y le digas que si.
A medida que crezca, tu vástago Capricornio irá organizando su vida en una rutina: guardará sus juguetes en determinado lugar y se quedará muy desconcertado si tú se los cambias o le alteras su sistema. Si es un típico hijo de Saturno, por lo general se adaptará con naturalidad a los horarios de comidas y a las horas del baño, y tendrá menos interés que otros chiquillos en jugarretas infantiles y coqueterías de adolescente. Ya desde que son muy pequeños, varones y niñas muestran un gusto decidido por la vida hogareña. La Cabrita preferirá salir de picnic con mamá y papá, o quedarse en casa oyendo la conversación de los mayores, antes de salir fuera a jugar con un grupo de niños de su edad. Rara vez tendrá una pandilla de amigos, habrá probablemente unos pocos compañeros, íntimos y elegidos, o tal vez un solo amigo, muy especial, con el que comparte sus secretos.
Lo habitual es que la escuela no suponga un problema difícil para los estudiantes Capricornio. Si no tienen un ascendente desfavorable o mala influencia de la Luna, son niños de notable responsabilidad para sus deberes. El Cabrito entrará en casa, colgará la americana y se sentará inmediatamente a estudiar sus lecciones. Si es fiel a su signo, no podrá disfrutar de sus juegos si no ha cumplido primero con sus deberes.
Cuando ya se haya ganado el ocio, sus juegos tomarán con frecuencia la forma de ficciones de la vida adulta. A las niñitas Capricornio les encanta vestirse con la ropa de su madre. A veces pueden sugerir: “Tú eres el bebé y yo soy la mami”, lo que tal vez te haga sentir un poco incómoda, porque la mocosita será extrañamente convincente en la inversión de los papeles. Te sentirás una perfecta tonta, metida en el parque, gorjeando, mientras ella te mira por encima de sus enormes gafas, luciendo tus zapatos de tacones altos y tus perlas, y diciéndote firmemente: “Si no te callas te irás a la cama sin cenar”. Te dará la impresión de que mas vale terminar de una vez con el juego, si no quieres que en realidad te mande a la cama. A veces, el pequeño Capricornio hará de “padre” de sus animalitos y se tomará muy en serio la responsabilidad. A los varones de este signo les gusta jugar a que son maestros, médicos, ejecutivos de importantes líneas ferroviarias o… papá. Cuando tu hijito se ponga el sombrero de copa de tu marido y finja encender la pipa, es posible que sientas el impulso de pedirle que vaya hasta el supermercado a traerte algunas cosas, hasta que recuerdes que el vehículo mas complicado que sabe conducir es el patinete, y con ese anda casi todo el tiempo pelándose las rodillas. A los niños Cabra también les gusta dibujar o pintar, y escuchar música, pero no desperdiciarán muchas horas de ocio en juegos sin sentido. Lo mas frecuente será que los encuentres absortos haciendo algo práctico, que puede ser un macetero bastante desgarbado o un portalápices cómicamente inestable. Hay que insistirles para que jueguen al aire libre. Aunque no busquen con mucho entusiasmo el sol y el aire fresco, les hace bien, y despeja de saturninas telarañas su mente infantil.

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