Dos signos de tierra poseen disposiciones caracteriales compatibles, apetencias comunes y visiones de la vida afines. Juntos, crean una unión sin sobresaltos, donde prima el consenso y la concordancia de objetivos a cumplir que, usualmente, se supeditan y orientan hacia la búsqueda de la estabilidad y de la seguridad.
Ambos necesitan disponer de estas certezas y, por tanto, convierten esos valores en los principales activos de la relación, los únicos, en definitiva, que les aportan un mínimo de paz interior.
Los signos de tierra, femeninos y receptivos, no son temperamentales ni pasionales a la forma de los signos de fuego o de aire, y prefieren disfrutar de la estabilidad y la certidumbre antes de someterse voluntaria e innecesariamente al riesgo y a la aventura que suponen algunos encuentros y determinadas relaciones.
Cuando dos signos de tierra se unen, obviamente, refuerzan el sentido de la seguridad y de la pertenencia y pueden alimentarse mutua y fácilmente sus necesidades más intrínsecas, entre otras cosas, porque ambos, como ya se ha dicho, desean lo mismo: una relación estable que, en el caso de los signos de tierra, adquiere una dimensión absolutamente literal, más allá de la concepción generalizada y usualmente desatinada que se tiene de esa expresión.
Lo cotidiano como consigna y la costumbre como camino son las inmutables contraseñas de esta pareja, que hace del trabajo su más fiel aliado. En efecto, ambos son muy trabajadores y aspiran a hacer carrera en sus respectivas profesiones, sobre todo con vistas a ganar más dinero y no, necesariamente, para gozar de un mejor status.
Entre el dinero y la profesión, siempre se decantan por el primero, básicamente, porque su modestia y su compartido sentido práctico les evitan diseñar castillos en el aire y les inducen, más bien, a unir sus fuerzas en pos de un progreso conjunto, sabedores de que el beneficio que de forma separada obtengan será para disfrute común.
Es más, en el caso de que la situación laboral de alguno de ellos se complicara, obligándoles a tomar una decisión cuyo resultado afectara a ambos (traslados, despidos, conflictos), sin duda, harían causa común y obviarían cualquier medida unilateral, optando por una decisión práctica, meditada y que entrañara el menor de los riesgos.
Esta pareja, como el buen vino, con el tiempo gana enteros y adquiere más soltura y versatilidad. Conforme van logrando y consolidando sus objetivos, ya no necesitan estar en guardia permanente ni trabajando constantemente y pueden disfrutar de forma relajada de lo obtenido.
En este sentido, el adaptativo Virgo sabe imprimir a su pareja el sentido de la variación oportuna y hacerle ver detalles, la especialidad virginiana, que para el concentrado Tauro pasan desapercibidos. Tauro, por su parte, con su desarrollada capacidad hedonista, le hace descubrir a su recatado timado los placeres que halagan a los sentidos: esos que siempre engordan o que son pecado.
Al taurino le atraen mucho las pequeñas atenciones y el sentido del recato y de la pureza que su virginal compañero transmite y experimenta la sensación, muchas veces errónea, de que controla la relación. Tauro sabe que puede depositar sus sentimientos en su amado con la certeza de que será entendido y correspondido sin ser trivializado, una de las especialidades de Virgo, pero que, raramente, utiliza con su pareja.
Por su parte, el analítico y frío Virgo se siente reconfortado y muy protegido (su oculta necesidad) por el fuerte, sólido y solícito toro. Juntos, pueden disfrutar más que de un enamoramiento compulsivo y transitorio, de un sólido amor basado en la certeza de correspondencias, en la suma de afinidades y en la apuesta de un futuro compartido que, aunque, aparentemente, reviste la forma de valores materialistas, en esencia, se articula en necesidades de parecido carácter emocional: Tauro desea tener unas raíces y Virgo anhela tener una familia.
Qué tienen a favor
• Sus parecidos horizontes les permiten identificarse con un modelo de convivencia protector para ambos. Su compartido sentido de la abnegación, mezcla de conformismo y de prudencia, les induce a vivir sin estridencias y a mantener un elevado grado de compromiso que los vincula hasta en los más mínimos detalles.
• Su proyecto de futuro común, al estar basado en el principio de realidad, suele estar diseñado con materiales objetivos (tener una casa propia, una cuenta corriente saneada) y ajeno a improvisaciones. Ambos pactan unas reglas, las cumplen a rajatabla y se conforman con poco, que es la mejor forma de tenerlo todo, porque esperar demasiado del amor y, sobre todo, del proyecto común condena sin remedio al desencanto.
• Saben entenderse hablando, porque lo hacen desde el interior hacia fuera, es decir, desde el ámbito de las emociones. Ambos tienen plena confianza para transmitirse de forma natural sus sentimientos y buena disposición para arreglar sus conflictos. Para ellos, el bien común y la estabilidad está por encima de las necesidades personales y cuanto más tiempo llevan juntos, más se quieren.
• La naturaleza de tierra que comparten aproxima sus ritmos personales y les permite gestionar adecuadamente su tiempo personal y, a pesar de que ambos trabajan mucho, saben extraer tiempo de donde sea para desarrollar actividades juntos y para atender a su pareja. En sus manos, el tiempo y los recursos crecen.
• Esta pareja encuentra apoyo y estímulo de sus respectivas familias que, de una manera u otra, ayudan a consolidar la relación y rara vez aportan conflictos.
Qué tienen en contra
• Difícilmente, el grado de voluptuosidad taurino puede ser cubierto por el virginiano, incluso a pesar de la versatilidad camaleónica de la que hace gala. Es, pues, la esfera íntima la que acoge mayor grado de conflictividad en esta pareja y la que con mayor frecuencia les desune.
• A menudo, son víctimas de sus propias fortalezas, convirtiendo de ese modo la estabilidad en inmovilismo, la seguridad en previsibilidad y la fortaleza en cerrazón.
• En caso de conflicto, Tauro calla y pone trabas, y Virgo critica y discute con insistencia. Por lo común, ambos tienen un grado de autoestima frágil, que les convierte en muy dependientes de su pareja, hasta el punto de poder llegarla a convertir en responsable de sus alegrías y de sus tristezas, una transferencia que da pie a resentimientos, inhibiciones y sentimientos de culpa.
Síntesis de la relación de pareja Tauro Virgo
Tauro y Virgo forman una pareja compacta, armónica y cómplice en la mayoría de órdenes. Ambos se hallan en condiciones de dar y de recibir aquello que demandan a su compañero y sólo corren el peligro de acomodarse demasiado a la relación, de tomarle la forma a su sofá y de abandonarse a una vida excesivamente rutinaria, conformista y predecible. Su mayor eventualidad es ser felices aburriéndose juntos.