Pareja Aries con Piscis

Pareja Aries con Piscis

Esta es una de las combinaciones que presentan mayor complejidad de todas las que posibilita el orden zodiacal.

El ígneo Aries y el acuoso Piscis son remotamente compatibles, categóricamente diferentes, tanto en esencia como en presencia, tanto como el fuego chispeante ariano y el vasto y mutable océano pisciano, ora calmado, ora embravecido.

Por muchos esfuerzos que los integrantes de esta pareja estén resueltos a concederse, por mucho que apuesten por la relación, difícilmente podrán compatibilizar sus respectivas y antagónicas químicas personales, sus diferentes formas de interpretar la vida, de ser y de sentir.

La actividad y la acción hecha Aries a duras penas puede conciliarse con el ritmo pausado y anárquico que Piscis imprime a la mayoría de sus acciones.

Sus ritmos vitales y su forma de proceder son tan desiguales que resulta trabajoso y desgastante querer conciliar lo irreconciliable, lo abismalmente separado.

Sin embargo, el poderío del amor es tal, que es capaz de unir sutilmente las más férreas discrepancias que la naturaleza haya podido concebir.

Esta irrazonable y mágica fuerza que cohesiona el universo puede convertir en sinfonía las notas más dispares, los tonos más irregulares y, tal como lo expresaron y lo expresan generaciones de ardientes poetas, el Amor, que siempre trasciende la razón, es capaz incluso de hacer posible la unión entre un Aries y un Piscis.

La imagen de un enhiesto y solitario faro, proyectando su fuego sobre las marinas aguas, condensa perfectamente la idea precedente y expresa la forma en que el océano pisciano se puede unir al fuego ariano.

El agua y el fuego pueden estar juntos si tienen un propósito, una tarea común que hacer y, sobre todo, un punto de separación y de apoyo material, que no es más que la tierra que sustenta al faro y que, desgastada, sobresale del agua.

En otros términos: Aries puede iluminar el oscuro océano, el mar de emociones embravecidas que todo Piscis alberga en su interior; puede aportarle luz de concreción a la perenne abstracción y a la evasión piscianas y, por su parte, Piscis puede hacer consciente al ariano de los matices y de los contenidos que habitan en el inconsciente y que toman cuerpo en las emociones, un terreno en el que Aries no nada demasiado bien.

Emoción y acción se pueden combinar armónicamente si ambos se conceden su tiempo y, sobre todo, si son capaces de hacer fructificar una base material que les obligue a concretarse, a concentrarse en una tarea común.

Es conveniente que aspiren a ganar dinero, a tener una buena casa y a definir, en general, sus propósitos. Sin esta base de concreción, irremediablemente, la relación irá sumando puntos para el naufragio.

Románticos y soñadores por igual, si unen sus respectivas fuerzas y se comprometen a no alimentar en exceso sus debilidades, pueden hacer germinar una relación rica en matices en la que puedan coexistir, con la mínima fricción, sus acusadas diferencias caracteriales, las mismas que en un principio pueden atraerles y, con el tiempo, si no están atentos, desbordarles y hacerles vivir en el desconcierto.

El pasivo, inconformista y ambiguo pisciano deberá aprender a manejarse con la hiperactividad y el arrojo arianos que, constantemente, le provocarán y le obligarán a tomar decisiones y a actuar, y el ariano, por su parte, deberá aprender a vivir más en el silencio y en la calma que en el atropello.

Actividad y pasividad extremas, justamente, son los factores caracteriales que forjan el talón de Aquiles de esta pintoresca pareja, una relación que se asemeja a la de víctima y verdugo, aunque nunca quede del todo claro quién ejerce cada uno de los papeles.

Qué tienen a favor

El masculino y activo Aries está dotado para cubrir las numerosas y paradójicas fantasías íntimo de su soñador y receptivo amante Piscis.

Igualmente, al bravo ariano le es fácil dejarse seducir por la envolvente pasividad de Piscis que, por otra parte, le refuerza su innato sentido del dominio.

Aunque, sin duda, el ariano nunca llegará a tener la certeza de que su entregado compañero se halla totalmente presente cuando hacen el amor y las más de las veces tendrá la sensación de que, aun estando, voló.

Qué tienen en contra

Mantener un modelo de convivencia estable, igualitario y ajustado al sentir de ambos resulta un objetivo difícil de lograr porque la relación que establecen suele asentarse únicamente en la pasión, y cuando domina ésta, el desorden fagocita al orden y la coexistencia armónica es sólo ilusoria.

Entenderse hablando es uno de los máximos retos para esta pareja porque ambos se expresan de forma totalmente diferente. Aries no soporta el ambiguo discurso pisciano, ni su afición por las intrigas y las evasivas; por su parte, Piscis se suele sentir acosado por los modos arianos, policiales y carentes de la delicadeza que a él le gustaría.

Concretar un proyecto de futuro común suele ser otro punto de discordia y de distanciamiento en esta pareja, porque la visión unilateral, práctica e inconformista de Aries suele ser irreconciliable con la dual, soñadora y conformista de Piscis, un hecho que se magnifica por sus diferentes ritmos y que tiende a formar un lastre que anticipa un desencanto mutuo infranqueable.

Aries tiende a ser celoso y el inaprensible Piscis, con sus naturales ambigüedades, puede desatar inmotivadamente las suspicacias y la agresividad de su compañero, siempre presto a recelar de todo aquello que no ve meridianamente claro.

En caso de conflicto, Aries utiliza el acoso verbal y sus formas insistentes y Piscis, experto en tácticas de manipulación emocional, tiende a cerrarse y a hacerse la víctima.

No obstante, como suelen carecer de maldad y de resentimiento, sus ocasionales afrentas son fáciles de arreglar, si ambos recuerdan sus respectivas diferencias caracteriales, aquellas que los separan y que, a la vez, los unen.

Síntesis de la relación de pareja Aries Piscis

Que el mar, señorío de Piscis, y el faro, dominio de Aries, se compenetren no es tarea de dos días, pues hasta el peñón que los liga tiende a desgastarse con la incesante sacudida de las olas.

Pero si algún elemento de la naturaleza puede albergar el milagro y alojar la utopía ése, sin duda, es el agua, la matriz de la vida, que en el océano alcanza la dimensión más insondable.

Que Aries y Piscis se mantengan unidos es un milagro, como el de los panes y los peces y tanto como el de andar sobre las aguas.

Sólo si Aries se conciencia de que su fuego únicamente podrá iluminar la superficie de las piscianas aguas, desechando alcanzar las simas más profundas, y Piscis acepta el reto de ser guiado por el faro ariano, entonces, el encuentro se materializará felizmente para ambos; en caso contrario, se asemejarán a dos extraños que sólo se encuentran para naufragar juntos en el mar de la indiferencia.

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