Como reconocer a Aries 1

La persona regida por Marte le mirará a uno directamente a los ojos, con desenfadada limpieza y con una fe bastante conmovedora. ¿Acaso su interlocutor no es su amigo? ¿Acaso no gusta de él? ¿Cómo, no? Entonces empezarán las lágrimas, pero para dentro. Un Aries jamás mostrará su decepción en la superficie, si puede evitarlo. Si alguna vez se le ve llorar sin recato, es seguro que, de alguna manera, el dolor le ha llegado al alma. Los Aries prefieren caer muertos antes de mostrar debilidad… y entre ellos hay quienes, literalmente, corren el riesgo de lo primero por evitar lo segundo.
Es raro que un Carnero lance a su alrededor miradas nerviosas. Si lo hace, es que ya no le interesa seguir hablando con vosotros. Alguna otra cosa le ha llamado la atención y, por el momento, os ha olvidado, así como lo que estabais diciendo.
Pero no hay que ofenderse; basta con recordar al bebé y sus deditos.
Un Aries estará indudablemente en los primeros lugares de la carrera que ha elegido, o dedicado a un negocio propio. En caso contrario, se le reconocerá fácilmente por el descontento que demuestra al verse forzado a someterse a otros. Se puede esperar de él una actitud liberal, una pródiga generosidad con el tiempo y con las cosas materiales, y un deseo notable de ser quien abra todas las marchas… con bombo y platillo. Pero no hay que esperar sutileza, tacto ni humildad. El Aries medio se hallaba detrás de la puerta mientras se hacía el reparto de estas cualidades. También anda un poco escaso de paciencia. En una cafetería será rápido para la crítica, si el camarero es fresco y el bocadillo no está bueno. Pero también es probable que, si le han servido bien, deje una propina innecesariamente elevada.
Aries es muy directo, por decirlo sin exagerar. A la naturaleza de los regidos por Marte le son totalmente ajenas la falacia y las desviaciones. Aunque la franqueza y una alentadora honradez configuran el sello distintivo del signo, no es buen negocio hacerle un préstamo a un Aries. Hay entre ellos quienes carecen de estabilidad y exhiben una falta de responsabilidad infantil. Incluso los que han llegado a madurar pueden olvidarse de las deudas en la omnipresente excitación del siempre nuevo desafío del momento, que acaparara totalmente su atención. Claro que terminarán por pagar sus cuentas alegremente y con la mejor disposición, pero es posible que cuando los alcance, el acreedor ya se haya quedado sin aliento.
Por más que Aries sea el incendiario que se abre paso en la vida con atrevimiento, iniciativa y espíritu de empresa, en su bravura hay un extraño lunar. Sin el menor rastro de miedo, hará frente al abominable hombre de las nieves o al monstruo de Frankenstein, pero no puede soportar el dolor físico. Nunca será un cobarde moral, pero puede portarse como un perfecto marica cuando algo le duele. Y el dentista no se cuenta entre sus preferidos.
Todos los Aries, en algún momento de su vida, mostrarán alguna forma de comportamiento temerario que les signifique sufrir heridas en la cabeza o en la cara. También son probables los cortes y quemaduras, y los dolores de cabeza, a veces tan intensos que pueden llegar a la jaqueca y que es posible se originen en infecciones renales. Será prudente que el Carnero haga de tripas corazón y visite regularmente al dentista, que se cuide la vista, vigile su dieta, se tome en serio los dolores de cabeza y se mantenga alejado del alcohol (no sólo porque es malo para los riñones, sino porque es muy combustible cuando se combina con el genio de Marte). Las erupciones cutáneas, los dolores en las rodillas y las molestias estomacales se encarnizan también con quienes nacen a fines de marzo y durante abril. La constitución del Aries es fuerte y recia, si no abusa de ella, como suele suceder, por no prestarle atenci6n. Cuando lo veáis confinado en cama, y casi sin habla, podéis estar seguros de que está realmente enfermo. Aun así, para mantenerle acostado es probable que se necesite un par de esposas. Es capaz de sobrevivir a fiebres que matarían a cualquier otro tipo de personas, muchas de las cuales son producidas por su obstinada tendencia marciana a seguir adelante en circunstancias adversas, en el momento inadecuado y con la gente inadecuada.
La colérica frustración que ello invariablemente genera es la verdadera causa de sus problemas de salud. Lo que enferma al Aries es su reacción ante el retraso, y lo que le mantendrá alejado del médico es el cultivo consciente de la paciencia y de la cautelosa deliberación. Por supuesto, él no seguirá el consejo, pero de todas maneras se las arreglará durante años para mantener lejos al médico, hasta que se desplome de agotamiento o hasta que llegue a una edad en que alcance mayor sensatez. No hay gran peligro de que un Aries se haga drogadicto. Normalmente, no tomará siquiera una píldora para dormir. Decididamente, prefiere quedarse despierto (por miedo de llegar a perderse algo).
A causa de su persistente optimismo, es raro que Aries (lo mismo que Leo y Sagitario, los otros dos signos de fuego) sea víctima de enfermedades crónicas y duraderas, que –según ha enseñado siempre la astrología y admite ahora la ciencia médica– se generan o se intensifican como consecuencia de la melancolía y del pesimismo. Los signos de fuego son más susceptibles a las fiebres altas, a las infecciones fulminantes, los ataques, la alta tensión sanguínea y las enfermedades agudas.
Dígase lo que se diga de su carácter impulsivo, rara vez se puede acusar de tristeza a los nativos de este signo. Aunque sean sembradas, las semillas de la depresión mueren rápidamente en el suelo de Aries. Pero los Aries se aferran a la preciosa idea de que nadie mas puede hacer nada con la eficiencia de ellos, y eso puede conducirles a mil desastres. Aries llevará a la práctica sus planes con arrojo y confianza, y pocas veces se dará cuenta de que está yendo más allá de sus fuerzas y buscándose una úlcera o un colapso nervioso. Al Aries nadie puede acusarle jamás de haraganería.

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